Empresarios por un día

La historia de la señora vende elotes, su hijo pintor, el niño y el viejo del acordeón... un 19 de julio

El venir de carretera norte en un bus acomodados como hormigas no fue impedimento para Ruth verónica Mendoza, quien tiene más de diez años vendiendo elotes cocidos y asados, todo los 19 de julio acompañada por sus tres pequeños que junto a ella hacen andar este negocio y el de su hijo mayor.

En los años pasados todo era más fácil porque vivía cerca de la plaza la fe, residía en los escombros frente a Plaza Inter, pero todo tiene un precio hoy gozo de una casa sencilla con mejores condiciones de vida.

El cargar con utensilio para mi venta desde largo es difícil, porque  expongo a mis hijos y mi padre que es un anciano a semejantes incomodidades, ellos tienen muy claro que este esfuerzo vale la pena de tal manera que si no trabajamos no comemos.

Esta mujer de piel morena tiene estructurado su tramo con pedazo de bandera del frente sandinista para cubrirse del sol y con una sombrilla grande de multicolores para protegerse de la lluvia, de tal modo que asegura su tienda para sentirse cómoda.

La sombrilla de gran tamaño daba sombra a los bomberos voluntario y a otros participantes obstaculizando el negocio de Verónica, aquella mujer enfadada porque no la dejaban vender gritaba que por favor se quitaran y la dejaran vender, nadie  hacia caso, parecía que le iba a salir fuego por los ojos, fue tanta la molestia que decidió darle vuelta a la paila de los elotes cocido que contenía agua hirviendo.

La genta escandalizada por la actitud de Vero, comenzó a despejar el frente del negocio murmurando ¡que vieja más loca! Casi nos quema le deberíamos decir a la policía para que le llamen la atención, los bomberos a ver esto le llamaron la atención que con esa acto de molestia podía provocar un accidente.

Su hijo de tan solo 14 años le ayuda a preparar los elotes, mientras su mamá se acuesta en el suelo para calmar su cólera, en un plástico negro para amamantar a su hija de un año de edad, aquel chiquillo le toco vender cinco elotes le pagaron con un billete de doscientos córdobas, tardo quince minutos en dar el vuelto con sus ojitos de inseguridad le pregunta a su mamá cuanto tenía que dar de vuelto.

Aquella mujer con sus dedos contaba cuanto tenía que dar de vuelto y de repente  dijo tome su vuelto dando 165 córdobas y siguió  acariciando con sus hermosas manos los elotes sin importar el candente fuego que la lastimaba, dejando atrás los malos entendidos.

Manifiesta que lo único que le interesa es poder vender y no quedarse con los  elotes, son la una de la tarde cuando tenía en el bolsillo de su delantal 55 córdoba de la venta de toda la mañana, la aglomeración se le acercaban y le preguntaban ¿cuánto valen los elotes asados? ella respondía siete córdobas y daban la vuelta, para poder vender se les pegaba y le decía cuanto anda cinco córdoba te le voy a vender así sin importarle que perdiera su ganancia.

Aparte de este negocio su hijo mayor de 15 años se dedica a pintar figuritas en el rostro de las personas con imágenes de Daniel, Thomas Borge y otros personajes acoplados a esta fecha, el joven tenía una fila de ocho personas esperando su turno para ser pintados por este tierno pintor, que con sus pinceles hacia relucir la atención de las individuos por la agilidad de sus manos.

Por cada dibujo realizado el cobra un precio accesible de 30 córdobas, para poder ganar y que sus clientes tenga una gran satisfacción por su trabajo, a las 12 del medio día aquel adolescente tenía recogido trescientos córdobas mientras que su madre no tenía la mitad de lo que él ya  había ganado.

Este niño se hacía acompañar por su abuelo de 62 años quien tocaba el acordeón expresando músicas testimoniales, todo lo hacía con una perfección que la gente depositaba en su sombrero la limosna en agradecimiento de los bonitos cantos.

Al pasar cinco minutos, él abuelo le pidió a su nieto que le pasara un vaso con agua, aquel muchacho tan hacendoso le dio agua, el anciano demostraba dificultad al tomar el recipiente, las personas se quedaron asombrados porque no se imaginaban que el señor era ciego estaban tan emocionados con los cánticos que no se habían dado cuenta.

El sombrero se completo hasta el copete de monedas, después de ver  que era un no vidente, permitiendo un gran aplauso por su gran trabajo a pesar de su dificultad.

Por: Benita Martínez
Maestro: Juan Ramón Huerta
Año: 2011
 
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